jueves, 18 de junio de 2009

Lutis III

Última parte del artículo "Homosexualidad en el Islam" de Abdennur Prado:


Al-Mutamid

En la Córdoba califal, los homosexuales habitaban todo un barrio, conocido como derb Ibn Zaydun. El caso de al-Andalus no es aislado. Existe una amplia literatura de contenido homosexual en el periodo abbasida, además de los testimonios de los historiadores. Además de al-Mutamid, existen otros dirigentes islámicos reconocidos como musulmanes en la historia, tales como Sultan Mehmet Fatih, conquistador de Constantinopla. En las crónicas del gran visir Nizam al-Mulk se habla de la homosexualidad como algo habitual.

Esta actitud abierta llega hasta los inicios de la colonización. Las obras de los viajeros, científicos y colonizadores europeos relatan, entre la fascinación y la sorpresa, el grado de aceptación de la homosexualidad entre los musulmanes. En la sociedad victoriana, este fue uno de los argumentos preferidos para mostrar que el islam era una religión lasciva e inmoral. En la Europa del siglo XXI, se habla de la persecución de los homosexuales en el mundo islámico para mostrar como el islam es una religión salvaje y puritana. Entre lo uno y lo otro, algo ha sucedido.

No podemos citar a todos los estudiosos que han destacado la plena aceptación de la homosexualidad en la historia del islam. Sencillamente, son demasiados. En su libro Islamic Homosexualities, Stephen O. Murray y Will Roscoe dan pruebas amplias de la centralidad del erotismo masculino adolescente-adulto en los países islámicos. En su traducción de Las mil y una noches, el aventurero y escritor inglés Richard Burton describió la sexualidad en el mundo islámico, que recorrió de punta a punta (llegó a realizar la peregrinación a Meka). La fascinación de Burton por el islam no estaba exenta de prejuicios y una mirada fantasiosa. Aún así, su testimonio no puede descartarse por completo: en Egipto, los adolescentes que buscan hombres frecuentan los baños públicos, igual que en los tiempos pasados. En Marruecos, los musulmanes viven abiertamente con adolescentes. En Persia, la práctica es “tan inherente que está en los huesos”.

A quien nos haya seguido hasta ahora, no le sorprenderá descubrir la existencia de matrimonios entre homosexuales en el mundo islámico, hasta bien entrado el siglo XX. La primera vez que dimos a conocer este hallazgo, causó sorpresa e incluso indignación. A algunos musulmanes les pareció un disparate, e incluso se me acusó de haberlo inventado. En concreto, la celebración de matrimonios entre homosexuales musulmanes está documentada en el oasis de Siwah, situado en el desierto de Libia, en la actualidad en territorio egipcio.

Es improbable que se trate de un caso aislado. El día 7 de abril, la cadena de TV al-Arabiya informaba sobre las penas impuestas a un grupo de hombres por celebrar un matrimonio gay en Arabia Saudí, en la ciudad santa de Medina. Los hechos sucedieron en marzo, cuando la policía interrumpió la celebración de la boda y detuvo a unos 120 hombres, algunos de ellos vestidos de mujeres. Los jueces han condenado a dos mil latigazos y dos años de prisión para los cónyuges, doscientos latigazos para 31 de los asistentes, y un año de prisión para los 70 restantes. Si hubieran tenido tiempo de consumar el matrimonio, la sentencia podría haber sido la muerte, tal y como les sucedió a dos hombres el año 2001 en la misma Arabia Saudí. Hace sólo unas semanas nos ha llegado una noticia semejante de Emiratos Árabes Unidos. Al parecer, doce parejas de homosexuales estaban preparándose para celebrar su matrimonio cuando irrumpió la policía.

Si esto llega a producirse en un contexto en el cual se condena a muerte la homosexualidad, ¿qué puede haber pasado durante catorce siglos de tolerancia? Lo extraño sería que esta clase de matrimonios no se hubiesen producido, y que no se produzcan en el futuro. Dado que en el islam no es necesario ningún sacerdote para celebrar el matrimonio, un grupo muy reducido de musulmanes/as puede hacerlo. Al margen de que consideremos esto lícito o una perversión, es incuestionable que ha habido y hay musulmanes que lo consideran lícito. La existencia de “matrimonios entre musulmanes homosexuales” pone en evidencia que la condena a muerte está muy lejos de ser la única opción posible. En el terreno del islam siempre coexisten opciones diferentes, algunas veces tan alejadas entre si que parece tratarse de religiones diferentes. (Existen ulemas que afirman: “el islam prohíbe la música”, pero en otro lugar leemos: “a ninguna civilización la música ha sido tan consustancial como a la islámica”).

Esta reflexión se inscribe en una situación precisa. Desde el momento en que los matrimonios entre personas del mismo sexo han sido legalizados en España, nada impide que se celebren entre musulmanes/as. Basta que un solo musulmán reconocido en la categoría de “Dirigente Islámico” (artículo 3.1 del Acuerdo de Cooperación firmado entre el Estado español y la Comisión Islámica de España), este dispuesto a celebrarlo para que tengamos “matrimonios entre hombres (o mujeres) según la sharia”, con plena validez a efectos civiles. Por mi parte, la aceptación del matrimonio entre hombres está implícita en el contenido de esta charla.

Un principio de realismo es necesario. Aquellos que condenan moralmente la homosexualidad no pueden negar que ésta seguirá practicándose. Desde el momento en que sabemos que la homosexualidad es una constante en la historia de la humanidad, y que ninguna prohibición humana puede modificar ni un ápice la Creación de Al-lâh el Altísimo, ¿no es lo sensato garantizar los derechos de todos los creyentes, sea cual sea su naturaleza?

A raíz de la persecución, muchos musulmanes homosexuales se han acostumbrado a una vida sexual semiclandestina, de modo que no quieren ni oír hablar de matrimonio. Con ello, no se dan cuenta de que renuncian a algo más que a la aceptación o al rechazo social de sus tendencias sexuales. La pareja es el ámbito privilegiado para verificar la complementariedad entre los principios masculino y femenino. Negar a los homosexuales su derecho al matrimonio es muy grave, es privarles de un derecho fundamental, de algo que la tradición islámica reconoce como un gran beneficio. Hay que tener una base para ello.

El matrimonio es el hogar, la paz, la satisfacción de los deseos. No es el refugio del ego, sino su máxima apertura. Es el encuentro entre dos mundos. Cada elemento de la pareja está conectado con los otros, su círculo inmediato, su familia. El matrimonio es la interacción de dos mundos, la consagración de la comunidad y la apertura. Familia, revelación, balanceo de las fuerzas. Lo propio y lo impropio dejan de ser inmóviles, entramos en lo otro, vivimos para otro. ¿Qué tiene que ver todo esto con las características físicas de las personas, con su pene, su ano o su vagina? Más bien tiene que ver con su grado de conciencia sobre la realidad que los rodea. Tiene que ver con la capacidad de cada uno de amar y de entregarse, de fusionarse con el otro. Tiene que ver con su espiritualidad y la forma como esta se hace cotidiana. Tiene que ver con la posibilidad de transformar cada uno de nuestros actos en un acto de ‘ibada, forma de adoración al Creador de los cielos y la tierra.

Abdennur Prado
abdelARROBAwebislam.com

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Bibliografía:

Will Roscoe y Stephen O. Murray (ed.): Islamic Homosexualities: Culture, History, and Literature (New York University Press, 1997)
John Boswel: Cristianismo, tolerancia social y homosexualidad (Muchnik, 1992)
John Boswel: Las bodas de la semejanza (Muchnik, 1996)
Daniel Eisenberg: Homosexuality in Spanish History and Culture (1999)
Afsaneh Najmabadi: Women with Mustaches and Men without Beards: Gender and Sexual Anxieties of Iranian Modernity (University of Califronia Press, 2005)
J.W.Wright Jr. y Everett K. Rowson (ed.): Homoeroticism in Classical Arabic Literature (Columbia University Press, 1997)
Badruddin Khan: Sex, Longing, and Not Belonging: A Gay Muslim Journey (Floating Lotus, Bangkok, 1997)

6 comentarios:

  1. Comento desde "un principio de realismo" hasta "su naturaleza".

    Veo varios problemas con esta argumentación, a mi modo prácticamente insalvables cuando nos enfrentamos a posicionamientos exegéticos conservadores. El primero es que cualquier alim conservador responderá con la máxima de que una de las obligaciones del musulmán es "al-amr bi-l-maruf wa-l-nahyi an al-munkar". Por lo tanto antes de poder solicitar la igualdad de derechos habría que "escarbar" algo más y redefinir qué entendemos por "al-maruf" y qué por "al-munkar", desvinculando herméuticamente homosexualidad de la noción de "munkar". Eso por un lado. Por otro lado se plantea la cuestión nada baladí del establecimiento de los límites (hudud). Creo que son dos cuestiones no resueltas para las que, personalmente, no veo salida.

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  2. Mhm... cierto, pero mirando la historia de la hermenéutica islámica, esos límites del Munkar no se establecieron hasta prácticamente ayer.

    En el párrafo siguiente, Abdennur indica una consecuencia, claramente fuera del Hudud, de la no igualdad de derechos: la promiscuidad y la vida sexual fuera de la pareja. Como argumento, no puedo negar que tiene su potencia.


    Por otro lado, bajo argumentos muy similares, los ulema más carcas han construido discursos en los que la mezquita se ha vetado a las mujeres, a las personas en silla de ruedas; o más grave aún, se ha descuidado la educación islámica y la lectura del Noble Quran a personas con diversidad funcional intelectual y mental.

    Y es en el propio texto Coránico, astaghfirullah, donde está el problema: la exención de obligaciones para el diferente deriva en la exención de obligaciones para incluir al diferente por parte de la comunidad.

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  3. Respecto a tu último párrafo (que no sé por qué esto no me deja copiar y pegar, misterios), por eso me parece tan importante el concepto de exégesis contextual que utiliza Farid Esack. Porque o se hace exégesis contextual, o se queda fuera hasta el tato.

    And don't even get me started en el tema de las cosas que se pueden hacer o no hacer a la hora ya no de leer, sino incluso de tocar el Corán.

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  4. Bien, ¿entonces lo de colaborar más a menudo cómo te viene, hermana?

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  5. Por mí guay, siempre que aceptéis "atea rojilla" como animal de compañía :-)

    Besos

    p.s. de los que no muerden, digo.

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  6. Yo la acepto de mil amores. Me fio de ella mucho más que de muchos 'creyentes blanquillos'. :D

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