martes, 16 de junio de 2009

Lutis I

Reproducimos, desde nuestros amigos de Cristianos Gays, el artículo de Abdennur Prado "Homosexualidad en el Islam", en varias entregas.
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Desde hace años vengo realizando una investigación sobre la homosexualidad en el islam, que abarca aspectos doctrinales, históricos, de jurisprudencia y de hermenéutica coránica. Considero que no hay fundamento alguno ni en el Qur’án ni en el ejemplo del profeta Muhammad (la paz sea con él) para una condena de la homosexualidad entendida como amor entre dos hombres. Este estudio abarca más de cien páginas, que resultaría muy difícil resumir ahora.

En esta intervención, solo quiero mostrar mi posición al respecto, advirtiendo a los presentes de que esta posición no es en absoluto representativa del islam en su conjunto, sino fruto de una indagación personal cuyos resultados se oponen al pensamiento dominante. No puede ser de otra manera: cada vez que un ser humano reflexiona por si mismo entra en oposición con el pensamiento dominante, pues un pensamiento cuando es dominante se convierte en una cárcel para la conciencia.

La condena de la homosexualidad en el islam -repetida una y otra vez por las autoproclamadas “autoridades religiosas”- se basa en dos argumentos principales. Por un lado, la supuesta condena a esta tendencia sexual contenida en el Qur’án, en las aleyas que relatan las transgresiones cometidas por la gente de Lot (Allah le bendiga). Por otro lado, en la consideración del matrimonio heterosexual como base del equilibrio y del orden ideal que debe regir en una sociedad islámica, con una distribución precisa de los roles que deben asumir el hombre y la mujer. En último extremo este planteamiento conduce a la total segregación de la mujer.

El primer punto, sobre lo que se denomina “transgresiones de la gente de Lut”, tal y como se nos muestra en el Qur’án: gentes que practicaban toda clase de perversiones sexuales. Una lectura minuciosa de estas aleyas nos lleva a la conclusión de que no hay ni una sola mención explícita de la homosexualidad, tan solo a la promiscuidad sin freno y a la violación, además de la trasgresión de las leyes de la hospitalidad. Cuando el pueblo de Lut (as) quiere tomar a los ángeles de Al-lâh, no se trata de homosexualidad, sino de un intento de violación. Algunos confunden lo uno con lo otro, y citan estas aleyas para demostrar que Al-lâh ha condenado la homosexualidad. Es posible que mi interpretación esté equivocada, pero se basa en un análisis minucioso y consciente del Qur’án.

El otro argumento habitual es de orden social, y es exactamente el mismo utilizado por los sectores más reaccionarios de otras religiones para condenar la homosexualidad. Como ejemplo, recordar que el Consejo del Poder Judicial (órgano consultivo de los jueces españoles) arremetió en enero del 2005 contra la ley de matrimonios homosexuales, con el argumento de que el matrimonio es una institución específicamente heterosexual, al estar basada “en el principio de la complementariedad entre los sexos”.

Este argumento es el mismo que utilizan los ulemas reaccionarios para justificar la represión de los homosexuales. Tal y como lo describe Abdelwahab Bouhdiba en

(ed. Puf, p. 43): “La visión islámica de la pareja fundada sobre la armonía preestablecida de los sexos supone una complementariedad esencial entre lo masculino y lo femenino. Esta complementariedad armónica es creativa y procreativa. (…) La bipolaridad del mundo reposa sobre la rigurosa separación de dos ‘ordenes’, lo femenino y lo masculino. Todo lo que viola el orden del mundo no es más que un grave ‘desorden’, fuente de mal y de anarquía”.

Según esta visión, el hombre debe actuar únicamente como “hombre”, y eliminar de si mismo cualquier rasgo femenino. La mujer debe actuar según las características consabidas de “lo femenino”: sumisión, pasividad, maternidad, ternura… El hombre se reserva para si las cualidades activas, de penetración y de dominio. Ante esta rigurosa polaridad, cualquier expresión o planteamiento que trate de romper o difuminar la frontera entre los sexos es vista como una aberración contra natura y, lo que es peor: como una tendencia destructora de la sociedad. De ahí la doble condena, moral y penal, a que se ven abocados los homosexuales.

Según creemos, este tipo de consideraciones son sumamente groseras, y son el resultado de la incomprensión de la cosmología coránica. En realidad, ponen en evidencia la ausencia total de espiritualidad en sus promotores. El hecho de que todo haya sido creado por pares no significa que haya cosas exclusivamente masculinas frente a otras exclusivamente femeninas, sino que dentro de todas las cosas creadas existe esa polaridad:

Subhana al-ladzî jalaqa al-’azwâja
kul lahâ mim mâ tumbitu al-’ardzu
wa anfusi-him wa mim mâ lâ ya’alamûn.

Glorificado sea Aquel que ha creado pares
en todo lo que la tierra produce,
y en los mismos egos, y en lo que no conocen.
(Qur’án 36: 36)

Esta aleya clarifica que los pares (las polaridades) están en el interior de todo lo creado. Un par no es únicamente la unión de un varón y una hembra, sino que los pares habitan en las criaturas: y en los mismos egos (nafs). El hombre y la mujer forman un par, y en cada uno de ellos existe la polaridad masculino-femenina. En caso de eliminar uno de estos dos polos, el par sería destruido y el hombre y la mujer ya no serían criaturas completas. No hay nada en la Creación que no sea dual, salvo Al-lâh, quien ha establecido la balanza.

En la unión amorosa se da esa dualidad: se establecen roles. Esto sucede tanto en las parejas heterosexuales como en las homosexuales. La unión amorosa, cuerpo a cuerpo, es la búsqueda de la unidad en algo que está fuera de nosotros, y sin embargo esta unión nos remite a nuestra propia interioridad. Si la pareja es la unión entre complementarios, lo importante no es una supuesta complementariedad física, sino espiritual. Un hombre que no ama a una mujer no forma una pareja con ella, por mucho que sus sexos parezcan acoplarse. Dos homosexuales que se aman forman plenamente una pareja, verifican su unidad en el espejo del Amado.

2 comentarios:

  1. Genial esta serie. La verdad es que no hay nada (ni lingüísticamente ni en ningún otro plano) que obligue a interpretar el concepto de "azwaj" como "hombre y mujer", pero sí es cierto que históricamente el desarrollo del concepto de complementareidad o "takaamul" se ha construido de forma binaria (hombre/mujer). Creo que éste es un buen lugar en el que empezar :-)

    Salaam

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  2. Supongo que es el imperativo biológico, y que tiene cierta lírica.

    Para mí, el objetivo es que se pueda aplicar sin entender lo que es amor como enfermedad, vicio, desviación o chorradas varias.

    Ah, y ahora sí, bienvenidA, que ya sé quién eres :)

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